Secuelas COVID-19

En este nuevo contexto marcado por una pandemia mundial, nuestro día a día ha cambiado de forma drástica. La situación de confinamiento y, sobre todo, de incertidumbre y miedo cuando miramos al futuro, ha empezado a hacer mella en muchos de nosotros. Nadie duda ya de la huella psicológica que el COVID-19 está dejando en una gran parte de la población.

El principal factor de riesgo para presentar secuelas es la existencia de dificultades psicológicas previas, así como haber estado enfermo o haber perdido a alguien cercano.

Pero todos sin excepción hemos necesitado hacer un proceso de adaptación psicológica estos días, con mayor o menor éxito. Durante los días de confinamiento pero también después, cuando toca adaptarse a la realidad, a la nueva rutina.

 

Todo lo que estamos experimentando, por raro e inestable que parezca, pueden ser reacciones normales ante un hecho de fuerte impacto. No es posible no tenerlas, ni es sano fingir que nada está pasando. La tristeza, la ansiedad, la desesperanza y el miedo no son reacciones extrañas en la situación actual.

Aceptar cómo ha sucedido nuestro proceso particular, lo que sentimos y lo que pensamos y la manera en que lo hemos abordado, la forma en que hemos podido hacerle frente con los recursos que teníamos, es el punto de partida que proponemos en Psicología y Duelo. Y, desde ahí, juntos co-construir una respuesta lo más sana posible, que dignifique nuestro lugar como supervivientes y nos encamine hacia un futuro de bienestar y esperanza.

Secuelas COVID-19

TRAUMA

Cuando nos referimos a trauma hablamos en psicología de un conjunto de síntomas inesperados y recurrentes que nos producen intenso malestar y están relacionados con una experiencia difícil de asimilar.

En ocasiones puede tratarse de imágenes dolorosas de lo vivido que nos asaltan, reexperimentación de los hechos traumáticos en forma de pesadillas, dolores corporales o recuerdos. Es posible que nos sintamos embotados, en una especie de acolchamiento emocional, una distancia extraña con nosotros mismos. Picos de ansiedad y un estado de hipervigilancia constante pueden mantenernos en una tensión agotadora. O podemos descubrirnos en conductas particularmente extrañas: rehuir ciertos lugares, cambiar nuestra rutina, dejar de relacionarnos con personas queridas, alterar nuestros hábitos de descanso, tener serias dificultades de memoria, evitar situaciones cotidianas…

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Si presentas síntomas similares

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Si te surgen sentimientos o pensamientos que te angustien de manera importante en relación con los acontecimientos vividos

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Si te sientes con problemas para retomar el control de tu vida

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Si sientes que el malestar va en aumento y tiene poder sobre ti y tu día a día

Entonces quizás es el momento de hacer una consulta a profesionales especializados. En Psicología y Duelo estamos a vuestra disposición para acompañar estos procesos de liberación del trauma.