CUANDO SENTIMOS LO QUE NO TOCA

En Psicología y duelo, ponemos el énfasis en el trabajo con las emociones. Lo ponemos ahí porque siendo éstas las que nos informan de nuestra necesidad y nos guían hacia lo que necesitamos cuando estamos sintonizados con nuestro presente, en muchas ocasiones no lo estamos y nuestra guía se pierde, lo que nos hace sentir desconectados de nosotros mismos, de los otros y del mundo, equivocados y solos.

Estamos sintonizados cuando nuestro organismo tiene la capacidad de sentir aquí y ahora, es decir sentir emociones primarias adaptativas, pero en muchos momentos quedamos enganchados en emociones primarias desadaptativas, las que en su día tuvieron sentido pero ya no y aún así no nos podemos deshacer de ellas. Por ejemplo, si en su día no fuimos atendidos como debiéramos, esa sensación de desatención y de no ser importante para los demás se queda en nuestro interior y nos sentimos así una y otra vez, como si la soledad, la incomprensión y la tristeza estuviesen programadas en nuestro modo automático de sentir.

En otras ocasiones puede ocurrir que sintamos emociones secundarias, que pueden presentarse en una variedad de circunstancias pero un ejemplo es las emociones prohibidas fruto de la educación recibida, por ejemplo: “los chicos no lloran”, entonces ante el sentimiento de tristeza que nos informa de la necesidad de apoyo, y mediante el mostrar las lágrimas a los otros podríamos conseguir su compañía y compasión, la reacción automática que podemos tener es el mostrar enfado, porque “los chicos no lloran”, en el caso de las mujeres puede ocurrir al contrario, “las mujeres no muestran enfado” y ante este sentimiento que nos informa de nuestra necesidad de reestablecer los propios límites que se han vulnerado, y el expresarlo puede llevar esa defensa de los propios límites, las mujeres que han sido educadas bajo esta máxima pueden experimentar tristeza, una emoción secundaria que no les permite lograr lo que necesitan, así por hablar de clichés, si bien demasiado presentes en nuestra vida, aunque se dan infinidad de formas de emociones secundarias, tantas como personas estamos en el mundo.

En la terapia buscamos comprender estos procesos, sanar las heridas del pasado quedando así libres de aquellas emociones desadaptativas y crear diálogos interiores que nos acercan a las emociones primarias de tal manera que podamos sentirnos más afinados con nuestra realidad, tener más capacidad de solucionar problemas con las personas a nuestro alrededor y más sensación de estabilidad y fortaleza.