Duelo

El duelo es un proceso evolutivo normal y adaptativo ante una pérdida que no se puede reparar. Solemos referirnos al duelo en relación a la muerte, pero incluye cualquier otro proceso en el que se dé esta condición de pérdida: una ruptura sentimental, un cambio de etapa, la pérdida de salud… en definitiva un adiós a algo o alguien muy significativo para nosotros.
De todas las pérdidas, la muerte de un ser querido es la mayor de ellas por la intensidad de los sentimientos que provoca, mayor que ninguna otra, y por su carácter totalmente irreversible.
La vivencia y superación del duelo es un proceso único y personal, sobre todo porque la pérdida tiene un significado diferente para cada persona y se vive en soledad, aunque estemos rodeados de gente.
A pesar de esta individualidad en el dolor, las personas solemos presentar patrones comunes a la hora de afrontarlo. Así, la negación, el enfado o la tristeza son experiencias que probablemente viviremos en este proceso, y que de forma natural suelen llevarnos a un momento de aceptación final.
Cuando la muerte se ha producido en circunstancias particularmente traumáticas, éstas pueden bloquear el proceso natural de despedida y mantenernos en un doloroso trance emocional, un bucle de pensamientos y conductas que pueden desembocar en síntomas corporales de malestar y problemas psicológicos. Tienen lo que se denomina un duelo complicado.
Las dificultades para elaborar el duelo suelen acarrear una serie de problemas de salud, problemas afectivos y relacionales con nuestros allegados, dificultades de pareja, muros de silencio que nos llevan al aislamiento, falta de atención a nuestras obligaciones, …
Es en estos casos en los que se hace necesario buscar ayuda especializada. El fin de este proceso nunca será superar u olvidar a la persona perdida, sino darle un lugar en nuestro interior que nos permita recordar sin angustia, pudiendo agradecer la vida compartida.
DUELO POR COVID-19
La pandemia que aún estamos enfrentando a nivel mundial ha provocado que se hayan abierto muchas de estas heridas.
Hay algunas peculiaridades en la muerte y duelo por COVID-19 que lo hacen diferente a otros procesos. Para empezar, la rapidez con que ha atacado nos ha dejado sin margen para prevenir o anticipar una respuesta. Con frecuencia nos ha llevado a sentimientos de culpa e impotencia y, sobre todo, a un tremendo dolor por no poder acompañar a nuestra persona querida al final de su vida. Los asuntos que nos quedaron sin resolver con ellos, alguna pelea, cosas sin decir, alegrías pendientes… Por último, la manera de vivir la pérdida, en soledad, sin apoyo social, sin la oportunidad de compartir los sentimientos o hacer un ritual de consuelo.
Todos estos factores nos provocan angustia y dificultan tremendamente la adecuada elaboración de un duelo.

En estos casos, trabajaremos para intentar reparar tanta carencia, tanta ausencia, perdonar y perdonarnos, colocarnos en un lugar que duela menos, despedirnos, aceptar, amar y compartir. Poco a poco, al ritmo lento del dolor y la esperanza.